¿Y la democracia cuándo?: El escenario político durante la dictadura 

Publicado en 19 octubre, 2023

Para empezar…

Estudiar el pasado significa tener una mirada crítica de este a partir de las ideas y concepciones que tenemos desde el presente. Por esta razón, el pasado reciente dentro de la historia nacional, es decir, desde la segunda mitad del siglo XX, nos ha dejado mucho para el debate, a tal punto que el proceso político llevado a cabo durante los últimos 30 años sigue resonando en la sociedad. Para comenzar a hablar de ello, no solo debemos remontarnos a lo ocurrido en octubre de 2019 como un gran detonante expresado en las manifestaciones sociales, sino que hay que volver hacia el periodo previo a la Concertación, ya que solo así podremos comprender en profundidad aquellos cuatro gobiernos -dos DC y dos PS-.

Así, el propósito en esta ocasión, es hacer un análisis de la década de los 80’s, y las opciones que se plantearon para empezar a pensar en el retorno hacia la democracia, de modo que los factores económicos, políticos y sociales tienen especial importancia para entender la fase “institucional” de la dictadura. Para ello comenzaremos desde el quiebre democratico, para luego mostrar las alternativas de la dictadura y la oposición, y finalmente las proyecciones de la democracia.

Desarrollo

El quiebre democrático chileno vino a sumarse dentro de las dictaduras que se dieron durante aquel periodo en otros países de América Latina. Chile venía acarreando desde hacía ya varios años problemas a nivel económicos, sociales, laborales e incluso políticos, en tanto no se lograba una respuesta concreta a estos desde los distintos gobiernos. Así, la principal complejidad sobre una modernización y desarrollo fue la crisis coyuntural que tuvo como desenlace la llegada de los militares al poder.

Guillermo O’donnell, cientista político argentino, plantea que las dictaduras surgen como una necesidad del desarrollo capitalista. Esto es algo controversial, ya que se busca una profundización del capitalismo para avanzar a la producción de bienes de capital, en tanto supone restringir-reprimir los sectores sociales previamente activados -por Frei o Allende por ejemplo- ya que producirían un estancamiento en el desarrollo nacional.

Podemos extrapolar esta profundización del capitalismo a la que hace alusión y combinarla con los roles tecnocráticos -Chicago Boys- que le dan un argumento cuantitativo y economicista al régimen burocrático autoritario, para que impongan la dictadura como la única vía ante la crisis. Ahora bien, para el caso chileno, su teoría sobre el boom de las dictaduras en AL no se puede explicar solo por el factor económico; como ya mencionamos, Chile acarreaba problemas en diversos aspectos de la sociedad y por sobre todo en la variable político-institucional, en donde las F.F.A.A. se imponen al poder.

Durante la década de los 80 ‘s, la dictadura entró en una segunda etapa que ha sido denominada “institucional”, teniendo dentro de sus figuras más polémicas a Jaime Guzmán, articulador de la Constitución actual, quien plantea en su artículo “Camino político” que primero se debe hacer una transformación económica que permita el acceso a los bienes y servicios, para luego dar espacio a los derechos políticos de la sociedad. Es decir que para él, el aspecto económico supone mayor urgencia que los sociales, en tanto busca la liberalización económica antes de una política, algo que puede relacionarlo con lo que ya había ocurrido previo a la dictadura sobre el énfasis en los problemas sociales y que no había dado  grandes resultados. Entre otras cosas, hace referencia a la dictadura como un gobierno predemocrático, ya que no busca restablecer la democracia que había precedido, sino construir una nueva (Guzmán, 1985[1]).

Esto último puede ser cuestionable ya que una dictadura en sí misma no es democrática en sus bases, se impone de manera autoritaria infundiendo el terror y violencia en la sociedad. Ni en aquel momento, ni en la actualidad nos podemos referir a la dictadura como “pre democrática”. Parte importante de ser una ciudadanía activa y reflexiva es ver el modo en que se llevó a cabo la dictadura, que de por sí no tiene lugar ni espacio en ningún momento. Los gobiernos democráticos no supieron reajustar sus programas a tiempo y proponer modelos realistas que pudieran generar un cambio a mayor plazo, sin embargo, eso no significa que el desenlace sea una dictadura. Es necesario ver los altibajos de cada gobierno, reconocer las debilidades y poder superarlos sin que eso suponga un conflicto mayor, o peor, lleve a una sociedad dividida por lo ideológico.

La gran oposición a la dictadura, fue la que se encargó de establecer una transición a la democracia a través de pactos, movilizaciones y acuerdos, lo que supuso una continuidad en algunos aspectos, pero también propuso grandes cambios. Se buscaba una democracia representativa con respeto a los derechos, separación de poderes y no la democracia protegida que postulaba el régimen. De esta manera, se encarga de rechazar la violencia (Acuerdo Nacional, 1995[2]), y en donde a pesar del incumplimiento de la movilización social en conjunto con los tres requerimientos que se pedían -renuncia de Pinochet, un gobierno provisional y una asamblea constituyente- ganó la esperanza nacional a partir de los acuerdos entre partidos. Allí, la justicia, crecimiento económico y democracia participativa con un Congreso elegido, se ven como realidades que pueden tener salida. El escenario electoral-político fue lo necesario para avanzar a la transición y posterior derrota de Pinochet, es lo que nos menciona Moulian (1997[3]) a partir de la “lucha entre las fuerzas que pugnaban por la reproducción y las que se pugnaban por el cambio del sistema”.

Consideraciones finales

Es necesario volver sobre la democracia y el sentido de esta, haciendo énfasis en que las crisis políticas pueden y deben resolverse por la vía democrática. Actualmente somos actores de las complejidades que ha tenido la democracia post-dictadura, con mayor énfasis desde 1997, y desde la década pasada, donde parecen aumentar los malestares ciudadanos. De allí la importancia de la reconstrucción del pasado y el diálogo interdisciplinar, debido a que nos permiten recoger los problemas actuales y estudiarlos en relación a lo que ya ocurrió para intentar resolver estas inquietudes que resuenan en el día de hoy. La posibilidad de construir un país que equilibre el desarrollo económico con las falencias sociales es responsabilidad de todos y todas. Asumir una política de consensos y acuerdos transversales en donde se escuche la opinión ciudadana es una tarea que queda por resolver, para poder librarnos de la crisis que atravesamos.


[1] Revista Realidad. El camino político. Año 1 N.° 7 – Archivo Jaime Guzman. (s/f).Archivojaimeguzman.Cl. Recuperado el 22 de septiembre de 2023, de https://archivojaimeguzman.cl/index.php/revista-realidad-ano-1-n-7

[2] Acuerdo Nacional para la Transición a la Plena Democracia: reconciliación y democracia. (s/f). Vicariadelasolidaridad.cl. Recuperado el 23 de septiembre de 2023, de https://www.vicariadelasolidaridad.cl/documentos/acuerdo-nacional-para-la-transicion-la-plena-democracia-reconciliacion-y-democracia

[3] Moulián, Tomás, “Chile actual: anatomía de un mito”, LOM, Santiago, 1997. p.275.

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