¿La derecha defiende la democracia?: Breve repaso en torno a la posición de la derecha frente al golpe de Estado de 1973

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Publicado en 16 enero, 2024

El 2023 estuvo marcado por dos procesos o acontecimientos en materia política: por un lado, la arremetida conservadora manifestada en el proyecto constitucional elaborado por el Consejo Constitucional, con mayoría republicana, y, por otra parte, la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado contra el gobierno de la Unidad Popular. Este último acontecimiento se dio bajo el contexto global de la Guerra Fría, fenómeno que resulta relevante para entender dicho brutal suceso. Sin embargo, en el último tiempo ha quedado al descubierto la existencia de voces defensoras de este atentado contra la democracia al interior de la derecha chilena, especialmente en las filas del Partido Republicano y la UDI, ya superado, en teoría, dicho contexto global de pugna ideológica. Esto nos lleva a plantearnos las siguientes preguntas, ¿cómo ha evolucionado (o no) el discurso de la derecha chilena respecto a los factores del golpe de Estado? ¿existió una transición democrática en términos ideológicos en este sector político? ¿la derecha chilena sigue avalando el golpe de Estado de 1973 como herramienta legítima de acceso al poder? Para responder a estas interrogantes haremos un repaso general de los acontecimientos en el período cercano al golpe, y de los testimonios y declaraciones de distintos personeros de los partidos de derecha durante el último período de la dictadura, y, principalmente, en estos últimos años.

            En el último tiempo, figuras como Rojo Edwards, Gloria Naveillán, o Jorge Alessandri han realizado públicamente una defensa explícita al golpe de 1973. Esto llama la atención, entre otras cosas, por el hecho de que dichas declaraciones han sido ante la prensa, y pareciera que no les provoca remordimiento o incomodidad alguna. La apología del golpe de Estado es esperable, pero no justificable, bajo un contexto de gran vorágine y violencia política y social. Incluso, se puede esperar en los últimos años de la dictadura que se funda con el golpe, entendiendo el contexto del plebiscito de 1988. Pero que dichos comentarios hayan sido emanados posterior, incluso, al proceso de transición democrática, llama mucho la atención, y deja abierta la posibilidad de cuestionar si es que realmente los partidos de dichos personeros adhieren a los principios básicos de la democracia.

            Existen múltiples fuentes documentales y audiovisuales respecto a la brutal polarización política en la sociedad chilena, principalmente durante el gobierno de Salvador Allende. Esta división al interior de la sociedad chilena se explica, entre otras cosas, por el contexto de Guerra Fría y los miedos presentes en ciertos sectores producto de experiencias como la Revolución cubana. Es justamente desde esta base que emanan los principales argumentos contemporáneos de la oposición al gobierno de la Unidad Popular. Así, un importante material audiovisual para poder comprender el desarrollo de los últimos años de vida política de la Unidad Popular antes del golpe de septiembre de 1973 es el documental “La batalla de Chile”, dirigido por Patricio Guzmán. En dichos registros se muestran múltiples manifestaciones del oficialismo y la oposición, evidenciando la gran vorágine política del período. Así, en la retórica de los partidarios del gobierno de la Unidad Popular destaca la defensa de la institucionalidad democrática, planteando la posibilidad de una guerra civil, posicionándose, a la vez, contrarios a este hipotético enfrentamiento. Al mismo tiempo, se evidencia una apatía contra la institución del Congreso Nacional, debido a las constantes trabas que este organismo estableció en las medidas que el gobierno quiso ejecutar. Por su parte, el discurso de la oposición se planteó desde una mirada moral mediante la acusación de que el gobierno estaba “corrompido y degenerado”, demandando el cambio de gobierno por uno “limpio y lindo”[1]. Al mismo tiempo, este discurso se posicionó desde la defensa del poder legislativo, acusando al gobierno de haber cometido acciones anticonstitucionales. Esto se da previo a las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, donde la correlación de fuerzas se mantiene en líneas generales. Incluso, la Unidad Popular vio aumentada su participación en la composición del legislativo. Así, este acontecimiento marcó un punto de inflexión en el discurso de los opositores al gobierno de Salvador Allende, materializado en el “Tanquetazo”, intentona golpista en junio de 1973, a lo que se suman las acciones cometidas por grupos violentistas de extrema derecha, como Patria y Libertad o el Comando Rolando Matus, dependiente del Partido Nacional.

Después de las elecciones de marzo de 1973 el ambiente político se tensionó aún más, y la retórica usada por los líderes de oposición y oficialismo cambia en esta línea. Famosos son los discursos de Carlos Altamirano en el Estadio Chile días antes del golpe, y de Miguel Enríquez en el Teatro Caupolicán dos semanas después del “Tanquetazo”, discursos que han servido para los argumentos de la derecha sobre el golpe mediante la idea de que se estaría fraguando y estructurando una “milicia popular” que pretendía, bajo esta lógica, reemplazar al Ejército de Chile. Sin embargo, estos discursos, con retórica confrontacional o no, se posicionaron desde una defensa a militantes de dichos partidos y al proceso revolucionario que estaba protagonizando la sociedad chilena, por los ataques que provenían desde los grupos violentistas de los partidos de oposición, lo que era interpretado como una arremetida contrarrevolucionaria de la patronal, la oligarquía chilena y el imperialismo. Bajo este paradigma, es engañoso pensar como culpables de un golpe de Estado a grupos que no protagonizaron dicho atentado contra la democracia, sino que, por el contrario, sufrieron los horrores fundados desde ese momento. Si bien un sector de la izquierda se posicionó en defensa de la vía armada, también existieron grupos de la oposición civil que atacaron, asesinaron y amedrentaron organizadamente a distintas personas en este período. Ante este escenario, el argumento respecto a que los dirigentes que apoyaron al gobierno de la Unidad Popular y que propugnaron la vía armada son los principales culpables del posterior golpe, queda anulada, debido a que la violencia política no provenía exclusivamente de un sector, sino que estaba generalizado en la sociedad chilena de dicho período.

La Democracia Cristiana, por su parte, vive un período de fragmentación interna, producto de los debates respecto a las formas de ser oposición al gobierno de la Unidad Popular. Así, según Augusto Varas, fue el Partido Nacional y los gremios empresariales quienes presionaron para levantar la candidatura interna de Patricio Aylwin para la presidencia de la Democracia Cristiana, ya que él representaba la línea dura del falangismo[2]. La influencia que ejerció el Partido Nacional y los empresarios al interior de la Democracia Cristiana generó que la dirección de esta actuara de forma pasiva ante la intentona golpista que significó el “Tanquetazo” de junio de 1973.

La actitud inerte frente a la gran arremetida de violencia política, no solo desde sectores de las Fuerzas Armadas manifestado en el “Tanquetazo”, sino que también por las actividades del Frente Nacionalista Patria y Libertad, no fue exclusiva de la Democracia Cristiana. También el Partido Nacional fue un actor indolente frente al potencial derrocamiento del gobierno constitucional de Salvador Allende mediante un golpe de Estado. Incluso, está documentado que el líder del Partido Nacional, Sergio Onofre Jarpa, sabía de los movimientos sediciosos al interior de las Fuerzas Armadas días antes de la consumación del golpe[3]. Además de esto, es bien sabido que, como señalamos previamente, el Partido Nacional tenía un frente paramilitar que atacaba (incluso con armas de fuego) a partidarios de la Unidad Popular[4], lo que implica que el golpe de 1973 no solo fue instado por miembros de las distintas ramas de las Fuerzas Armadas, sino que también por actores civiles con pertenencia a diversas organizaciones, pero que, de una u otra forma, se alineaban con la derecha política.

Ya consumado el golpe, se da un proceso de reajuste y reposicionamiento al interior de la antigua oposición que tenía la Unidad Popular. En este sentido, con el paso de los años del gobierno de Pinochet, la Democracia Cristiana se posiciona contrario a la dictadura, articulándose lenta y paulatinamente un bloque opositor que incorporará otras organizaciones políticas y sociales. Además del reposicionamiento que los democratacristianos protagonizan, existen pugnas al interior de la misma derecha política, identificándose dos grupos principales: por un lado, la derecha económica (liderada por grandes empresarios, la derecha tradicional, la patronal, los antiguos terratenientes, y los gremialistas), y, por otra parte, la derecha nacionalista (ligada a grupos fascistas, como Patria y Libertad). En esta dicotomía formada al interior de la derecha, la dictadura termina decantándose por el proyecto del primer grupo, lo cual se materializa en la implementación de políticas económicas de carácter neoliberal, a lo que el segundo grupo, en su mayoría, se opuso tajantemente. Es desde la derecha económica, neoliberal y gremialista que se articula la principal defensa del régimen dictatorial de Pinochet ad portas del plebiscito que terminaría con su ilegítimo mandato. Dentro de este subgrupo de la derecha que se articula en el período dictatorial, destaca la figura de Jaime Guzmán, sujeto ultra conocido en la memoria chilena por haber sido el principal artífice de la Constitución de 1980, que, entre otras cosas, consolidó el modelo económico neoliberal. Sin embargo, al interior de esta derecha económica también existen discrepancias, materializadas en las críticas mutuas entre las nacientes organizaciones de derecha: Renovación Nacional, y la Unión Demócrata Independiente.

En el contexto del período de campaña para el plebiscito de 1988 respecto a la continuación o no del régimen dictatorial de Pinochet, tanto RN como la UDI se cuadraron por la opción del “Sí”, alineándose con la tradición de la dictadura. Así, por ejemplo, la Comisión Política de RN, luego de ser conocido los resultados de dicho plebiscito, emitió un comunicado en el que se manifiesta, nuevamente, el apoyo a Pinochet y las Fuerzas Armadas, así como “su reconocimiento por la trascendental tarea que iniciaron el 11 de septiembre de 1973”[5]. La figura de Jaime Guzmán, por su parte, y su influencia en la esfera doctrinal de la UDI, se mantuvo fiel e inamovible en la defensa férrea del golpe de 1973, lo cual se materializó, justamente, en la primera “Declaración de Principios” de dicho partido, donde establecen su “inconmovible lealtad a nuestras Fuerzas Armadas y de Orden, que se identifican con el surgimiento de la chilenidad, que la han enriquecido a través de toda su historia y que la salvaron en 1973 ante la inminente amenaza totalitaria y de dominación extranjera”[6].

Resulta evidente que, incluso en el período final de la dictadura, la derecha política se posicionó desde la defensa férrea del golpe de 1973, así como del legado político y económico del régimen de Pinochet. Sin embargo, se puede llegar a pensar que debido a que se inicia el proceso de transición democrática bajo el gobierno de Aylwin y el cambio de lenguaje político que se da en dicho período, se dará una transformación doctrinaria en las organizaciones políticas de derecha, incorporando una defensa más explícita al sistema democrático. Sin embargo, esto se ha desarrollado de forma tardía, y a regañadientes por parte de las grandes figuras de estos partidos. Un ejemplo claro de esto, es que recién en 2018 la UDI incorporó en su declaración de principios el respeto a los derechos humanos[7]. A pesar de este (tardío y vago) cambio, en la misma declaración de principios de la UDI todavía evidencia la defensa del golpe de 1973. En la página web de dicha colectividad aparece, en la pestaña de “principios”, en el apartado n°15 “Misión de las Fuerzas Armadas” que la UDI “(…) destaca el patriotismo (…) de las Fuerzas Armadas y de orden de Chile, cuyo origen y gloriosas tradiciones se identifican con el surgimiento y defensa de la chilenidad a través de toda la historia del país, incluida su acción libertadora del once de septiembre de mil novecientos setenta y tres, que salvó al país de la inminente amenaza de un totalitarismo irreversible y de la dominación extranjera (…)”[8]. Esto, claramente, muestra que los cambios doctrinales al interior de la UDI han sido escasos o nulos desde su fundación, repitiéndose los mismos elementos presentes en la primera “Declaración de Principios” citada previamente.

A esto se le suman los polémicos dichos de personeros de derecha en los últimos años, en particular el 2023, a propósito de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado. Por ejemplo, Gloria Naveillán, diputada, ex militante de la UDI y actualmente miembro del Partido Republicano, manifestó que, en su opinión, el 2023 es la “celebración del fin del gobierno de Allende”[9]. Asimismo, han habido voces como Iván Norambuena (ex diputado de la UDI) y Luis Silva (ex consejero constitucional del Partido Republicano) que han denominado a la figura de Pinochet como un “estadista”[10]. Las palabras de Luis Silva generaron gran revuelo, incluso siendo cuestionado al interior de su propio partido. Sin embargo, este cuestionamiento fue contradictorio al interior de la derecha, debido a que los mismos personajes que enjuiciaron las palabras de Silva, en otros momentos han demostrado su apoyo al golpe de Pinochet y a la dictadura. Un ejemplo evidente de esto es el caso de Rojo Edwards, quien, luego de las palabras de Silva, sostuvo que “no considero que una persona que estuvo 17 años sin Parlamento sea un estadista, en eso no estoy de acuerdo (…) Sí, fue (un dictador)”[11]. A pesar de esto, posteriormente señaló que “a Allende había que sacarlo a patadas”[12], demostrando una clara contradicción en sus dichos. Otro ejemplo claro de la defensa férrea desde la derecha de la figura de Pinochet y del golpe, es cuando senadores del Partido Socialista solicitaron erigir una estatua en honor a Carlos Prats en Talcahuano, a lo que el diputado Sergio Bobadilla, de la UDI, sostuvo que “yo pediría que también se construya un monumento al general Pinochet, para reconocer su tremendo aporte al desarrollo y progreso de nuestro querido país”[13].

Incluso, algunos personajes de la derecha chilena van más lejos, argumentando con las mismas ideas que se dan en la antesala del golpe la actuación de las Fuerzas Armadas. Jorge Alessandri, por ejemplo, de la UDI, sostuvo “creo que el gobierno de Allende se estaba saltando la Constitución. Yo justifico el golpe militar”[14]. A esto se le suma la equiparación de las acciones del gobierno de Allende con el de la dictadura de Pinochet, intentando ocultar los atropellos a los derechos humanos por este último, aludiendo a la gran vorágine política que se dio bajo el gobierno de la Unidad Popular. En esta línea, María José Hoffmann, secretaria general de la UDI, señaló que “son equiparables las barbaridades de Allende con la dictadura”[15]. Luis Silva, también, cuando era candidato al Consejo Constitucional, señaló que Pinochet “nos salvó de un Gobierno marxista que quería imponer una dictadura y el país se salvó de un abismo”[16]. Así, se evidencia que la derecha chilena alude a los mismos argumentos que hace 50 años, demostrando una nula capacidad de autocrítica y de tradición democrática en sus principios doctrinarios.

En definitiva, resulta obvio que al interior de la derecha todavía se encuentra el germen antidemocrático, al menos en la opinión de los representantes de aquellos partidos. De esta forma, resulta interesante pensar y reflexionar acerca de la opinión que nace de las bases de aquellas colectividades, ya que, si bien parece evidente que el grueso de las opiniones resulta afín a la defensa del golpe de Estado, esto no excluye totalmente la idea de que puedan existir militantes de derecha que puedan llegar a condenar abiertamente el atentado contra la democracia. Sin embargo, esta posibilidad se ha complicado en el último tiempo, a propósito de los resultados de las encuestas sobre la opinión pública respecto al golpe de 1973. Diferentes actores esperaban que la condena a este atentado hubiese sido mayoritaria; sin embargo, la diferencia de opiniones no fue tan amplia, siendo solo, en el caso de la encuesta de Pulso Ciudadano de septiembre de 2023, de un 9,2%[17]. De esta manera, es necesario cuestionarse acerca de las causas de la existencia de tan amplia cantidad de personas que todavía acepta y respalda el golpe de Estado de 1973. Se puede aludir a los argumentos que han sido planteados por la derecha acerca de la crisis económica durante el gobierno de Allende, o también al discurso anticomunista que se ha establecido desde este sector político en la sociedad. Independiente de todo, es necesario comprender este fenómeno para promover al interior de la sociedad y especialmente entre las nuevas generaciones una educación cívica con enfoque democrático. Finalmente, resultaría interesante investigar acerca de la retórica patriótica y nacionalista establecida por los defensores del golpe para justificar el establecimiento de una dictadura que terminaría implementaría un sistema económico contrario a ese mismo espíritu. Esto surge a propósito del componente presente en la declaración de principios de la UDI previamente citada, donde se contempla la crítica a una posible intervención extranjera durante el gobierno de la UP.


[1] “La batalla de Chile. Parte I: La insurrección de la burguesía” de Patricio Guzmán. Minuto 10:50. En: https://www.youtube.com/watch?v=kUHsggUO0i4

[2] Varas, Augusto, La oposición durante el gobierno de la Unidad Popular. Santiago, Ediciones Equitas, 2013, p. 118.

[3] Amorós, Mario, Entre la araña y la flecha. La trama civil contra la Unidad Popular. Santiago, Ediciones B, 2020, p. 240.

[4] Ibíd., p. 141.

[5] Rubio, Pablo, Los civiles de Pinochet: la derecha en el régimen militar chileno, 1983-1990. Santiago, Ediciones de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, 2013, p. 275.

[6] “Declaración de Principios del movimiento Unión Demócrata Independiente”. 1983, p. 23. En: Declaración de Principios del movimiento Unión Demócrata Independiente – Archivo Jaime Guzman

[7] UDI aprueba cambio a declaración de principios: Incluye mención sobre el respeto a los DD.HH. (emol.com)

[8] Principios | UDI

[9] Naveillán defiende Golpe Militar: «Estos 50 años son celebración del fin del gobierno de Allende» (biobiochile.cl)

[10] Iván Norambuena (UDI): “Pinochet fue un gran estadista” (diarioconcepcion.cl) y Luis Silva manifiesta “admiración” por Pinochet: “Fue un estadista, supo rearmar un Estado hecho trizas” (cnnchile.com)

[11] Senador Rojo Edwards: No creo que sea Pinochet un estadista, sí fue un dictador (biobiochile.cl)

[12] “A Allende había que sacarlo a patadas”: Rojo Edwards dispara sincera opinión sobre el Golpe de Estado | Crónica (lacuarta.com)

[13] Senadores PS buscan erigir estatua de Carlos Prats en Talcahuano: Bobadilla pide del dictador Pinochet (biobiochile.cl)

[14] Diputado Alessandri (UDI) en marco de los 50 años: “Yo justifico el golpe militar” (elmostrador.cl)

[15] Secretaria general UDI señala que “son equiparables las barbaridades de Allende con la dictadura” (elmostrador.cl)

[16] VIDEO| Candidato constitucional republicano dice que Pinochet “salvó al país de una dictadura” (eldesconcierto.cl)

[17] Encuesta Pulso Ciudadano: el 32,8% aún respalda el Golpe de Estado « Diario y Radio Universidad Chile (uchile.cl)

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