¿Y qué está pasando en el África Subsahariana? El Sahel entre el deterioro de la influencia francesa y la aparición de Wagner

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Escrito por Eduardo Araya Lëupin

Publicado en 2 octubre, 2023

En los últimos días, en la agenda de los medios África ha vuelto a acaparar titulares por dos catástrofes humanitarias sucesivas en Marruecos y Libia. En semanas anteriores los titulares hacían referencia a una sucesión de golpes militares en varios países en la región del Sahel, es decir la franja de países situados al otro lado del Sahara. Sin embargo, el tema no es nuevo, data al menos del 2020 y es interesante preguntarse por qué con el golpe militar en Níger, aparece en la agenda de los medios. En el presente artículo tratamos de explicar en retrospectiva, los problemas de estabilidad de esa región.

Los Problemas de la Estabilidad Política en África  

En África existen 54 países, de los cuales solo 10 pueden ser consideradas democracias plenas, 21 son dictaduras y el resto puede ser categorizado como híbridos e incluso estados fallidos como Libia, que después de la Primavera Árabe (2011) aun no recuperan totalmente un mínimum de estabilidad. África es extraordinariamente diversa tanto en su geografía como en su etnografía. El Magreb, junto al Mediterráneo es predominantemente musulmana y árabe. El Sahel, al otro lado del Sahara, una franja extensa entre Senegal y Sudán, es históricamente una zona de fricción entre la expansión musulmana proveniente del Magreb y comunidades católicas o animistas. Gran parte de la región entre el Magreb y el Sahel fue un área de colonización francesa que se inició desde Argelia en 1830.

Después de la descolonización en la década del 60, África nunca ha podido consolidar sistemas democráticos estables. En algún momento los problemas de estabilidad fueron profundizados por la Guerra Fría y por el rol “imperial” de las antiguas potencias coloniales, pero tras el fin de ese conflicto, muchos problemas se han mantenido y algunos incluso se han profundizado.  Los factores de inestabilidad no son siempre los mismos en cada caso, pero hay muchos de larga data que se repiten y superponen, como por ejemplo, fronteras trazadas arbitrariamente por potencias coloniales con el consiguientes problemas de minorías étnicas y a veces también religiosas que quedan del lado equivocado de la frontera, fuente de conflictos que a veces sirven de chivo expiatorio para desviar tensiones internas, que también pueden recibir apoyo político-militar desde otros estados colindantes en una compleja competencia por hegemonías regionales, como por ejemplo en la Segunda Guerra del ex Zaire hoy República Democrática del Congo (1998-2003).

Hay otros factores que son particularmente relevantes: Los procesos de independencia ocurrieron en sociedades en donde la idea del estado-nación era solo una construcción idealizada de parte de elites europeizadas, pero en donde las estructuras básicas de la sociedad seguían siendo tribales. Como derivación de esto, la política africana contiene un dualismo estructural que dificulta el funcionamiento de la democracia: las lealtades básicas de las personas se asocian a su grupo primario de referencia: el clan o la tribu y no a una abstracción denominada estado-nación. De esto se deriva que la política funciona de manera primaria a partir de redes de relaciones patrimoniales informales (clientelisticas y de reciprocidad) y en paralelo, el Estado con su estructura institucional-legal (que muchas veces tampoco funciona en la provisión de bienes públicos), pero la política, de manera predominante sigue siendo informal. Por tanto, el estado suele ser visto como una estructura de la cual un grupo se puede apropiar para su propio beneficio (Etnocracia o etno-nacionalismo), sin importar que para el resto de la sociedad (es decir otros grupos étnicos o religiosos) estas prácticas generen efectos discriminatorios. Por las mismas razones, los ejércitos, en muchos casos, son una de los pocas instituciones, que por su propia estructura y recursos de poder, pueden superponerse a los conflictos entre grupos étnicos en un proceso que Samuel Huntington (1968) denominó pretorianismo. Si a estas fragmentaciones se suman factores tales como pobreza, competencia por recursos escasos (pastos por ejemplo, entre comunidades de pastores y comunidades campesinas, como en Darfur, Sudán) o competencia por recursos   minerales de alta rentabilidad (como diamantes en Angola), más la intervención directa o indirecta (a través de multinacionales) por parte de  antiguas potencias coloniales, se entiende  que  hay un cocktail explosivo, capaz de generar conflictos secesionistas (Katanga, 1961, Biafra, 67-70 ) o largas guerras civiles (Angola, 1961-1975 ). Muchas veces, la guerra también es un buen negocio, hasta para obtener beneficios de la ayuda internacional. En otros casos, las causas del conflicto pueden ser étnicas, más simples pero no menos sangrientas, como el genocidio de los Tutsis por parte de los Hutus (800.000 personas) en la región de los Grandes Lagos (Rwanda, Burundi, Zaire , 2003-2005) [1] .

En las antiguas colonias francesas en África, la descolonización fue un proceso pacífico, aunque no en el caso de Argelia. Argelia no era una colonia sino una provincia de ultramar. Había allí una enorme colonia francesa y eso generó una guerra prolongada y sangrienta que estuvo a punto de transformarse en una guerra civil entre franceses.[2] La descolonización no supuso el retiro de Francia sino el esfuerzo de mantener un área de influencia imperial post-colonial, que en algún sentido tenía como referencia a la Commonwealth británica y que incluyó siempre una dimensión militar[3]. Se creó así la Francafrique [4].

Por décadas, el responsable de las relaciones de los Gobiernos franceses con las antiguas colonias fue un personaje influyente y opaco: Jacques Foccart, un banquero gaullista con sólidos vínculos con diversos servicios de inteligencia y buenos amigos en los palacios presidenciales africanos. Designado por De Gaulle como secretario presidencial para Asuntos Africanos en 1958, la denominación del cargo no le hacía justicia a sus múltiples servicios. Mantuvo sus funciones bajo Pompidou. Fue retirado del cargo (pero no de su influencia) por Giscard d’Éstaing; volvió al cargo con Chirac en 1995 (cuando ya tenía 81 años) y falleció en 1997. Fue el arquitecto y artesano de la influencia francesa en África. Su opaca política neocolonial en la práctica fue una política de estado; nunca fue puesta en cuestión ni por la izquierda ni por la derecha francesa (hasta ahora).

Una nueva oleada de golpes militares en África

En los últimos 3 años, 7 países del área han caído bajo dictaduras militares. En estos casos se entremezclan problemas de pobreza, miseria, corrupción, elites que se eternizan en el poder y la incapacidad de los gobiernos de resolver los problemas de seguridad frente al Yihadismo islámico que en gran medida, al igual que ocurrió con la aparición del Estado Islámico (Dáesh) entre Irak y Siria, fue producto de la generación de un vacío de poder por intervenciones externas. En 2011 la Primavera Árabe y la intervención de algunos países occidentales barrió con la dictadura de Gadafi en Libia pero no logó generar estabilidad sino por el contrario, otra larga guerra civil y hasta el día de hoy Libia tiene dos gobiernos [5]. Se generó así el espacio para la instalación de filiales del Dáesh y de Al Qaeda[6] y la posibilidad de un ingente tráfico de armas hacia el Sahel. La presencia de estos grupos profundizo las tensiones preexistentes en la región y también la actividad militar francesa y de Estados Unidos (Operaciones Cerval ( 2013) y Barkhane entre 2017 y 2022) [7].

En agosto de 2020, Mali fue el primer que sufrió un golpe de estado. El Ejército aprovechó el rechazo por la irregular elección parlamentaria de marzo y abril de ese año. Los militares obligaron a dimitir al Pdte. Ibrahim Boubacar Keïta y anunciaron la formación del Comité Nacional para la Salvación del Pueblo (CNSP). El 12 de septiembre de 2020, el CNSP acordó una transición política de 18 meses a un gobierno civil. En abril de 2021, se produjo un golpe en Chad. El presidente-militar Idriss Déby, que había gobernado el país durante treinta años, murió en el campo de batalla mientras comandaba las tropas que combatían al grupo rebelde Frente para la Alternancia y la Concordancia en Chad (FACT) y fue reemplazado por su hijo. En septiembre de 2021 le tocó el turno a Guinea. En 2010, Alpha Condé fue el primer presidente elegido democráticamente en el país tras décadas de gobiernos autoritarios. En medio de un contexto de inflación, aumento de la pobreza y descontento social, Condé emitió un referéndum para poder ser elegido por un tercer mandato lo que provocó una ola de protestas en el país entre 2019 y 2020. En dicho contexto, una fracción de las Fuerzas Armadas, dirigidos por el coronel Mamady Doumbouya dió un golpe militar. El 1 de octubre de 2021, Doumbouya asumió como presidente interino, cargo que ejerce hasta ahora.

A diferencia de los casos anteriores, Sudan tiene un historial mucho más extenso y complejo de inestabilidad política. En 1989 el gobierno democrático de Sadiq al-Mahdi fue derrocado por Omar Al Bashir, quien gobernó al país dictatorialmente durante 30 años intentando aplicar un régimen radical islámico. Durante todo ese período Sudán vivió una serie de conflictos internos, como el de Darfur y una larga guerra civil con las provincias del sur de mayoría cristiana que culminó con la independencia de Sudán del Sur (2011). Finalmente, Al Bashir fue derrocado en un Golpe en abril de 2019, tras el cual fue reemplazado por un Consejo Militar Transitorio. Tras nuevas protestas y una masacre en la ciudad de Jartum, los militares y la Alianza de las Fuerzas de Libertad y Cambio (FFC) acordaron un proceso de transición de 39 meses para volver a la democracia. En 2021, tras un ciclo de protestas populares el Ejército sudanés anunció la disolución del gobierno e instaló un nuevo Consejo Militar. En septiembre de 2022 Burkina Faso fue el quinto país en caer bajo un gobierno militar habiendo sufrido dos golpes de estado en un lapso de 9 meses. El primer golpe fue en enero de ese año, motivado por la incapacidad del gobierno para contener la insurgencia yihadista, instalando una junta militar con Paul Sandaogo Damiba a la cabeza. Sin embargo, el nuevo régimen tampoco pudo contener a los rebeldes y en cambio, perdió aún más territorio ante los grupos yihadistas. En septiembre de 2022, casi el 40 % de Burkina Faso estaba controlado por fuerzas no estatales y esto provocó el segundo golpe de Estado que destituyó a Damiba.

En el caso de Níger, los problemas de inestabilidad política se extienden desde su independencia de Francia en 1960. El primer presidente de Níger estuvo en el poder desde 1960 hasta 1974 y fue derrocado ese año por el primer golpe de estado. Los militares estuvieron en el poder hasta 1993. Níger tuvo un gobierno democrático hasta 1996, posteriormente volvió a caer en manos de los militares. En 1999 Mamadou Tandja fue electo presidente, cargo que ocupó por dos mandatos hasta 2010, año en el que quiso ser reelecto por tercera vez, pero fue derrocado. El Consejo Supremo para la Restauración de la Democracia estuvo en el poder hasta 2011 donde volvieron a convocar a elecciones siendo electo Mahamadou Issoufu, quien fue presidente hasta 2021. La inestabilidad política obligó a adelantar la asunción del nuevo presidente electo Mohamed Bazoum; este último fue depuesto el 26 de julio de este año y reemplazado por una nueva Junta Militar. Finalmente, en agosto hubo un golpe militar en Gabón[8], allí después de elecciones denunciadas como fraudulentas,  fue depuesta una dinastía familiar (Bongo) que gobernaba ese país desde 1967.

En Níger, lo que parecía ser un golpe como los tantos, no lo fue. Estados Unidos y Francia veían en Bazoum un aliado regional importante Unos 1100 efectivos estadounidenses y 1500 franceses estaban basados en Níger, donde también había varias bases para drones. El 40% del presupuesto nacional del país estaba compuesto de ayuda proveniente del extranjero. El grupo militar que derrocó a Bazoum se propuso reemplazar a Rusia como socio y expulsar de Níger a los franceses y a Estados Unidos. Fue el cambio de aliados y no el cambio de dictadores lo que puso al Sahel en la agenda de los Medios.

Rusia en África

Durante la Guerra Fría, la URSS mantuvo una presencia activa en diversos lugares de África. En los años 50, Nasser le abrió las puertas a Egipto y la URSS se transformó en un aliado y proveedor de material militar esencial para el conflicto con Israel, lo mismo ocurrió después con Libia y Argelia. En los 70s la presencia de la URSS en África aumentó considerablemente. Su influencia se extendió a Sudan, Somalia, Etiopía, Congo/Zaire , Angola y Mozambique. Tras la disolución de la URSS (1991) esa influencia se debilitó pero no desapareció del todo; Rusia siguió siendo un gran proveedor de armas en la Región. La situación cambio sustancialmente en 2014 con la crisis de Crimea y el creciente aislamiento diplomático de Rusia y se profundizó en 2022 con la Guerra de Ucrania. Rusia necesitaba aliados y proveedores de materias primas y los buscó (y consiguió) en la zona del Sahel. Allí confluían varios factores: inestabilidad y un creciente rechazo a la hegemonía francesa. Para los regímenes de la región, Rusia además tenía una ventaja, podía proveer de armas y seguridad y la relación no tenía las condiciones que si buscaba imponer Occidente (democracia, DDHH y control de flujos de migrantes). Los rusos comenzaron a actuar en varios frentes, con una fuerte presencia mediática anti-occidental, en particular anti-francesa (a través de redes y canales como Sputnik o Russia Today) y a través de la creciente presencia de mercenarios como Wagner.

Wagner no es la única empresa rusa de mercenarios que opera en África o en otros lugares, pero es la más importante dentro de un conjunto que presta servicios similares y las razones de su proliferación son las mismas que explican su desarrollo en países occidentales (Blackwater de USA, Aegis de G. Bretaña o Excecutive Outcomes de Sudáfrica), que se describen como empresas de seguridad, pero que a veces cumplen también funciones militares. (genéricamente, EMSP) [9], pero en el caso ruso, las EMSP han sido alentadas y facilitadas por el Gobierno de Putin para usarlas como sustituto o complemento de sus FFAA y/o de las Unidades Operativas de las Agencias de Seguridad. Las EMSP rusas están ligadas o hombres de negocios cercanos a Putin, sus principales clientes son agencias estatales y la mayor parte de sus operaciones se han producido en lugares en donde el Kremlin busca aumentar su influencia. Wagner en particular, en la práctica, ha operado como una empresa (o agencia) semi-estatal cumpliendo una amplia gama de funciones, desde seguridad de instalaciones, hasta inteligencia y operaciones militares en gran escala.

El espacio de este texto no permite examinar los orígenes y evolución de Wagner, pero se puede afirmar que esta agencia hizo su debut militar en 2014 en la ofensiva rusa en Dombas y Crimea. La posterior ampliación de su área de operaciones al África Subsahariana se debe a que Rusia encontró allí un nicho de negocios y demanda local por cooperación en diversas áreas, desde seguridad hasta energía. Se trata de un área que cuenta con una pobre dotación de recursos e infraestructura. La empresa estatal rusa de energía nuclear Rosatom tiene ya contratos o memorándums de entendimiento con 12 países de la Región [10], sin embargo es la cooperación y/o presencia militar de Moscú la que ha generado mayor preocupación en Occidente. Rusia ya tiene contratos de seguridad con 19 países que, a diferencia de lo que ocurría con convenios con países occidentales, carecen de condicionalidad, tema particularmente sensible para dictaduras civiles o militares. Rusia es el principal proveedor de armas en la Región y compañías como Wagner proveen al Kremlin de un instrumento flexible cuya acción queda al margen de las normas del Derecho Internacional.

En la lógica del equilibrio de poder, el aumento de la influencia rusa ha sido proporcional a la perdida de la influencia de Francia en la Región. Como suele ocurrir, estos cambios son multicausales. Aunque el rol militar de Francia en la región aumentó desde 2017, como consecuencia de la proliferación de grupos Yihadistas en la Región, la intervención francesa ha sido poco efectiva respecto de un problema propio de las guerras irregulares (o guerra de guerrillas): garantizar la seguridad de la población civil y probablemente eso no será factible de resolver mientras no se resuelva también el problema de la estabilidad de Libia. Muchos africanos se han revelado ahora en contra de la herencia colonial francesa y su neo-imperialismo. Por otra parte, entre los problemas internos de Francia y las derivaciones europeas de la Guerra de Ucrania, las operaciones militares en el Sahel y sus costos financieros, en Francia no ayudan a ganar votos.

En Francia tampoco hay consenso sobre el grado de deterioro de su influencia en el Sahel. Para algunos, los vínculos que datan desde hace 130 años atrás son difíciles de deshacer y mantienen una cierta inercia; otros recuerdan que en otros tiempos, Francia hubiese podido alinear sin problemas los votos africanos en la ONU frente a temas como Ucrania. Todos tienden a coincidir que los vínculos militares ya pertenecen a otra época. Macrón ha intentado reformular la relación. Anunció el repliegue militar y ha hecho diversos gestos, pero una evidencia importante de este cambio ha sido el rechazo de Marruecos a la oferta de ayuda francesa frente al reciente terremoto. El deterioro de la relación fue expresada por el Gobierno Marroquí de manera directa y sin eufemismos diplomáticos [11]. Como suele ocurrir, aquí las causas son múltiples, pero básicamente de por medio está el acercamiento de Macrón a Argelia y el problema del Sahara Español. Como suele ocurrir, según un viejo refrán… a río revuelto, ganancia de pescadores… En el caso del Sahel, el pescador ha sido Putin.


[1] Escuela de Altos Estudios de la Defensa (MINDEF, España) Monografía N° 144

https://publicaciones.defensa.gob.es/media/downloadable/files/links/_/f/_frica._monograf_a_144.pdf

[2] Vid. Kissinger H: Liderazgo, 6 Estudios sobre estrategia mundial. Pp. 236 y ss.

[3] Francia mantiene bases militares en Senegal, Gabón, Chad, y Yibuti. Pero tuvo también en Malí, Burkina Faso, la República Centroafricana y recientemente debió abandonar Níger

[4] El primero en usar la palabra Françafrique fue, al final de la Segunda Guerra Mundial, el periodista Jean Piot. Este era redactor jefe del diario L’Aurore. Se lee en un editorial de agosto de 1945: “Hay algo que debemos preservar a todo precio si no queremos caer definitivamente en el rango de potencia de tercer orden: es la cohesión del bloque Francia-África”.

https://elpais.com/internacional/2023-09-03/el-fin-de-la-francafrique-la-epidemia-de-golpes-de-estado-entierra-una-era-de-influencia-francesa-en-africa.html

[5] Muamar Al Gadafi gobernó Libia por 42 años. En el 2011 , en el contexto de la inestabilidad de las Primaveras Árabes, fue asesinado. Libia en la actualidad tiene dos gobiernos de facto como consecuencia de un conflicto que se inició en 2014, que controlan (precariamente) el este (Tripolitania) y el oeste (Cirenaica) del país en sus áreas costeras (las desérticas zonas interiores en la práctica, no las controla nadie). Libia tiene aprox. 140 tribus que, en ese contexto, crearon sus propias milicias, pero se cuentan en más de 1000 los grupos armados. Aunque el Gob. De Trípoli tiene el reconocimiento oficial de la ONU, la otra fracción controlada por el Gral. Haftar, en un cruce complejo de intereses (políticos, militares, petroleros y religiosos) es apoyada por Arabia Saudita, Emiratos, Egipto, Jordania, Rusia, Israel  y Francia.

https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2019/DIEEEA21_2019PEDSAN_Libia.pdf

https://www.aa.com.tr/es/mundo/-qui%C3%A9n-est%C3%A1-en-conflicto-con-qui%C3%A9n-en-libia/1926793

[6] En la actualidad, los grupos yihadistas con mayor protagonismo en el Sahel son el Grupo de Apoyo al islam y a los musulmanes (JNIM, Jama’at Nusrat al Islam wal Muslimeen) —una coalición afín a Al Qaeda, que surgió en 2015— y el autodenominado Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS): una filial de Dáesh, como el autodenominado Estado Islámico en África Occidental (ISWAP) y Boko Haram, que están principalmente radicados en la región del Lago Chad y Nigeria. Si bien existía un pacto de no agresión entre ambos, e incluso llegaron a cooperar, en el último año, han crecido las tensiones y enfrentamientos entre los distintos grupos, especialmente con el aumento de la influencia de EIGS, que se ha extendido por territorios originalmente controlados por JNIM. Ahora, se enfrentan por el control del territorio en áreas fronterizas entre Níger, Burkina Faso y Mali, así como en zonas del centro de Mali; al tiempo que incrementan sus atentados contra civiles, miembros de las fuerzas de seguridad nacionales e internacionales, y también contra grupos armados locales de autodefensa.

https://www.dsn.gob.es/es/actualidad/sala-prensa/terrorismo-sahel

[7] https://media.realinstitutoelcano.org/wp-content/uploads/2022/04/comentario-morenocosgrove-la-inalcanzable-mision-antiterrorista-de-francia-en-el-sahel.pdf

https://www.acami.es/wp-content/uploads/2023/03/Operaciones-en-el-entorno-del-Sahel-web.pdf

[8] Gabón no es parte del Sahel sino de África Ecuatorial. En Gabón no hay presencia de grupos Yihadistas

[9] De la Corte, L. IEE. Documentos de Investigación: ¿Que sabemos sobre el Grupo Wagner?

https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_investig/2022/DIEEEINV04_2022_LUICOR_Wagner.pdf

[10] Herranz A. y Vega A: La política exterior de Rusia en África Subsahariana. Clave para un nuevo orden mundial   en IEE 65/2023.

https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2023/DIEEEO65_2023_ANAHER_Rusia.pdf

[11] https://elpais.com/internacional/2023-09-18/el-terremoto-hace-aflorar-la-crisis-diplomatica-entre-francia-y-marruecos.html

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