Cada 16 de Julio la pampa del Tamarugal se convierte en un lugar multitudinario donde miles de profesantes y peregrinos se movilizan hacia el pequeño pueblo de La Tirana para visitar y venerar a la Virgen de dicho santuario. La danza, la manda y el canto son algunas de las formas en que estos peregrinos manifiestan su amor y devoción por la madre de Dios.
Esta religiosidad popular, entendiéndola como la mezcla entre la creencia andina y la mestiza[1], dialoga con el territorio en el que se asienta. A través de estas prácticas religiosas, el desierto adquiere, a la vez, una dimensión humana y sobrenatural. Es el lugar del peregrinaje, de la devoción y del pago de los favores concedidos a la Virgen[2]. La Tirana se convierte en su mundo. Entre tanto, detrás de cada canto y manda cumplida, existen individuos cuyas historias empiezan a desaparecer con el transcurso del tiempo. Individuos o sujetos sociales que el campo historiográfico debe analizar y comprender.
Uno de estos individuos que persiste en la memoria religiosa y popular es Hugo Guerrero Honores (1937-1999), creador de una de las canciones más reconocidas y celebradas en el marco de las festividades religiosas no solo de la Fiesta de La Tirana, sino que de todo el Norte Grande de Chile. “El Bailarín del Silencio”, aparecida en el año 1978, se convirtió en un himno cada 16 de Julio en las distintas festividades a la Virgen.
Hugo Guerrero nació en la ciudad de Andacollo, lugar que el mismo reconoce como fundamental para el origen de su marianismo; “¿Será por eso que soy tan mariano?”, escribe en uno de sus tantos documentos repletos de reflexiones e historias acerca de su vida que, gracias a su hijo, se mantienen conservados hasta la actualidad. De formación e identidad pampina debido a su estadía hasta el fin de la oficina salitrera Humberstone en los años 60’, encuentra en el mundo festivo su forma de vida. Participó como caporal, la máxima autoridad espiritual del baile, en diversos bailes religiosos. Además, en 1962 fundó la Asociación de Bailes Religiosos Virgen de la Tirana en la ciudad de Arica y fue uno de los protagonistas en la creación de la Federación de Bailes Religiosos de La Tirana en 1964.
Sus escritos, desde un punto de vista del peregrino y bailarín, nos permiten entender las representaciones que hace sobre algunos de los elementos que componen a la religiosidad popular. ¿Por qué le bailo a la Virgen? Es una pregunta que a modo de ejemplo utiliza para referirse a su ferviente marianismo. Al igual que muchas de las personas que viajan al santuario, la mirada de Guerrero revela los aspectos centrales del marianismo como aquella idealización de la figura femenina y de madre centrada en la Virgen María, cuestión que la convierte en un elemento fundante de la cultura mestiza latinoamericana[3].
La respuesta que Hugo Guerrero da a dicha pregunta es simple, pero profunda: para honrar a Dios. En ese sentido, plantea que el baile a la Virgen es una forma de honrar a Dios ya que según el: “(…) si debo honrar a padres y madres carnales, no deberé también con mayor razón HONRAR su PROPIA MADRE, la doncella de Galilea?… O para estar bien con el Bendito deberé tratarla de mujerzuela como algunos estudiosos me la tratan?…”[4]. De esta forma también hace frente a las criticas que recibían los bailarines y peregrinos durante gran parte del siglo XX, ya que eran tratados de paganos por ciertos miembros de la jerarquía eclesiástica por bailarle a la Virgen y no a Dios[5]. El honrar a la madre, según Guerrero, es una forma de mostrar respeto hacia Dios, ya que para él “¿Existirá algún hijo malnacido que se ofenderá porque alguien le canta a su mamá?”[6].
Los trajes multicolores y cantos también fueron objeto de crítica por parte de los católicos más ortodoxos[7], pero Guerrero defiende a sus compañeros señalando que la danza y el canto son formas en que la persona reza y manifiesta su amor por Dios y la Virgen, de la misma forma que los trajes contienen un valor espiritual que representa la preparación y amor con que uno se presenta ante la Virgen.
La importancia de preservar estos elementos, como cantos, bailes, mandas, entre otros, radica en mantener la identidad que alguna ve caracterizó a la pampa chilena en su faceta religiosa y festiva. Las personas de la zona, a través de sus tradiciones, hicieron frente a los intentos de imposición de la Iglesia Católica, como por ejemplo los cambios en las letras de las canciones, quienes pasaron de un enfoque mariano a uno Cristocéntrico[8]; y la lucha por el control de la fiesta[9], en los cuales surgieron, en términos de Michel de Certeau, algunos elementos de resistencia simbólica[10].
Sin duda alguna, el estudio de estos individuos y en específico, de Hugo Guerrero permite entender desde un punto de vista diferente, ciertas actividades que desde la lejanía o la ignorancia nos parecen “extrañas”. Por lo mismo, el análisis de estas representaciones es clave para ampliar nuestro marco de estudio y comprender mejor la cultura que hasta la actualidad ha sobrevivido gracias a la memoria colectiva de sus cercanos. En simples palabras, Hugo Guerrero o el “Bailarín del Silencio” representa un elemento trascendental de la religiosidad popular del Norte Grande de Chile.
[1] Van Kessel, Juan, Lucero del desierto. Mística Popular y Movimiento Social (Iquique, Centro de Investigación de la Realidad del Norte CREAR, 1987), p. 174.
[2] Guerrero, Bernardo, “La Tirana. Culto Mariano en el Desierto de Atacama del Norte Grande de Chile”. Revista de Estudios Andaluces. N°41. 2021. p. 179.
[3] Montecinos, Sonia, Madres y Huachos. Alegorías del mestizaje chileno. Santiago, Catalonia, 2010, p. 73.
[4] Guerrero, Hugo, El bailarín, p. 2. Documento inédito.
[5] Van Kessel, Juan, Lucero del desierto, pp. 25-35.
[6] Guerrero, El bailarín, p. 2. Documento inédito.
[7] Van Kessel, Juan, Lucero del desierto, p. 30.
[8] Escobar, Katherine, “Conflictos y alianzas entre la Iglesia Católica y los Bailes Religiosos: La lucha por la Hegemonía y el protagonismo de la fiesta de La Tirana. El caso de los cantos religiosos”. Tesis para optar al grado de Licenciado en Sociología. Universidad Arturo Prat, Iquique, 2011, p. 63.
[9] Tennekes, Hans y Koster, Piet, “Iglesia y peregrinos en el Norte de Chile: reajustes en el balance de poderes”. Cuaderno de Investigación Social. N°18. 1986. pp. 47-55.
[10] Fuentes, Nara, “El lugar de producción de la Historia: el sujeto histórico Michel de Certeau”. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Núm. 34, 2007, pp. 475-497