Hasta hace algunas semanas, las elecciones presidenciales en Estados Unidos parecían una repetición del escenario de 2020, con poca motivación entre los votantes debido a las dudas sobre ambos candidatos. Donald Trump, cargando con el peso de múltiples juicios por sus intentos de revertir las elecciones de 2020 y su papel en el asalto al Capitolio, y Joe Biden, con crecientes preocupaciones entre los demócratas sobre su estado de salud y la posibilidad de que no pudiese completar un eventual segundo mandato. La contienda se perfilaba como una carrera entre dos figuras ya conocidas, cada uno con sus propios desafíos para llegar a la Casa Blanca. Sin embargo, el reciente intento de asesinato del expresidente Trump y el retiro de la candidatura de Biden han transformado completamente el panorama electoral. Ahora, nos enfrentamos a preguntas cruciales: ¿cómo se ha transformado el Partido Republicano bajo el liderazgo de Trump?, ¿qué depara el futuro para el Partido Demócrata con Kamala Harris como candidata presidencial? y ¿cuáles son los temas principales de esta elección?
El ascenso de Donald Trump en la política estadounidense transformó radicalmente al Partido Republicano, el cual pasó de ser un partido de derecha tradicional, socialmente conservador y pro libre mercado, compuesto por sectores moderados como el del senador John McCain, conservadores y neoconservadores como George W. Bush y Dick Cheney, con principios definidos como la defensa de las libertades individuales, la reducción del gasto público y una política exterior agresiva, a ser un partido que gira en torno a Trump y promueve el aislacionismo en política exterior, el proteccionismo económico y un Estado pequeño. En la elección de 2016, Trump tomó el Partido Republicano por asalto y derrotó fácilmente en las primarias a los candidatos del establishment con una mezcla de ataques personales, desinformación y un discurso que capitalizó el desdén por los políticos tradicionales[1]. Su estrategia fue apelar a grupos que se sentían abandonados por el proceso de globalización, como los trabajadores del antiguo sector industrial estadounidense – el llamado rust belt – con la promesa de llevar de vuelta a ese sector los trabajos que “perdieron” a manos de China, México y diversos grupos de inmigrantes. Todo lo anterior nos permite afirmar que el fenómeno de emergencia de políticos como Trump no es una cuestión accidental. Por el contrario, las elites políticas son en parte las responsables de crear las condiciones de su propia deslegitimación al ignorar a los llamados “perdedores de la globalización”[2], dando paso a liderazgos con el estilo de Trump.
La nominación de Trump como candidato no estuvo exenta de controversias, ya que existe un sector minoritario dentro del partido que se resiste a entregarle su apoyo. Este grupo incluye al senador y excandidato presidencial Mitt Romney, la excongresista Liz Cheney, el exvicepresidente de Trump, Mike Pence y gran parte de quienes integraron su administración[3] por motivos que van desde su discurso incendiario y su desdén por la institucionalidad hasta su rol en el asalto al Capitolio y los juicios que debe enfrentar[4]. Su campaña se concentró en atacar a Joe Biden por su edad –aunque Trump solo es tres años menor–, desinformar en temas controvertidos como el aborto y la inmigración, a la vez que destacar exageradamente lo realizado durante su gobierno. En efecto, la campaña republicana estaba diseñada asumiendo que Joe Biden sería el candidato demócrata, lo cual influyó en que Trump eligiese como candidato a vicepresidente a J.D Vance, un senador joven de Ohio que busca motivar al electorado conservador pero que no logra atraer a votantes moderados.
Tal como señalamos, hubo dos acontecimientos que le dieron un giro a esta elección. El primero fue el intento de asesinato al expresidente Trump, el cual evidenció hasta qué punto ha llegado la polarización y la decadencia de lo que Aristóteles denominaba como amistad cívica[5]. Pese a que el intento de asesinato fue duramente condenado por todo el espectro político y bajó el tono de ambas campañas por un par de semanas, las encuestas no evidencian cambios significativos en la aprobación de Trump o su intención de voto. Esto puede atribuirse a lo divisiva que resulta la figura del exmandatario, la férrea defensa de los republicanos al acceso a las armas de alto calibre y al hecho de que el tirador estaba registrado como republicano[6]. Por lo tanto, es posible inferir que el principal efecto es que recuperó a ciertos republicanos desmotivados con la elección, pero es dudoso que los votantes demócratas cambien su voto a partir de este hecho.
En cambio, el retiro de la candidatura del presidente Biden sí parece cambiar por completo el panorama de estas elecciones. Tras un debate en el que se le notó muy disminuido, se inició un movimiento muy fuerte al interior del Partido Demócrata para que depusiera su reelección. Pese a que el mandatario aseguró que podía completar un segundo mandato, la presión por parte de los grandes donantes demócratas y la elite del partido volvieron insostenible su candidatura, razón por la cual decidió no buscar la reelección y apoyar a su vicepresidenta, Kamala Harris. Los demócratas se alinearon rápidamente para entregarle su apoyo a la candidatura de Harris, quien, según las encuestas, recuperó el apoyo que Biden había perdido entre votantes jóvenes y afroamericanos, además de quedar a 1 o 2 puntos de distancia de Trump en estados clave como Michigan, Wisconsin y Pennsylvania[7]. Aún falta por conocer a quién elegirá Kamala Harris como su vicepresidente, pero entre los posibles candidatos se encuentran el gobernador de Pennsylvania, Josh Shapiro; el senador por Arizona, Mark Kelly y el gobernador de Minnesota, Tim Walz. Todos ellos pertenecen al ala moderada del partido y representan estados que Harris eventualmente podría ganar. Sin embargo, el senador Mark Kelly podría apelar a más votantes independientes por representar un estado pendular y por ser una voz relevante en temas como la inmigración –una debilidad de Harris –, lo que puede contrarrestar la actitud vociferante de Trump en este ámbito.
Ahora bien, además de temas presentes en todas las elecciones como la inflación y la delincuencia, uno de los principales puntos que se ha discutido en lo que va de campaña es el aborto. Tras el fallo de la Corte Suprema en Dobbs v. Jackson, el aborto ya no tiene rango federal, sino que depende de cada estado. De esta forma, los demócratas han enfatizado en su campaña la defensa del aborto como una decisión de cada mujer, mientras que los republicanos buscan dificultar su acceso o prohibirlo completamente. Otro punto que quiere instalar el equipo de campaña de Harris para cuestionar una eventual nueva administración Trump es el Project 2025, un programa diseñado por un think tank del Partido Republicano que contempla entre sus medidas el aumento del control ejercido por el presidente sobre organismos independientes como el FBI o el Departamento de Estado, eliminar el Departamento de Educación y reforzar las atribuciones del ejecutivo[8].
Al bajar su candidatura, Biden hizo lo que Trump no haría y puso la defensa de la institucionalidad democrática por sobre su ambición personal, cerrando una larga carrera y revitalizando al Partido Demócrata. En el caso del Partido Republicano, los principios y políticas que por décadas lo definieron, como las Reaganomics y su fuerte presencia internacional, han sido reemplazados por el aislacionismo y el proteccionismo. Evidentemente, este partido ya no es el Partido Republicano de Ronald Reagan ni el de George W. Bush, pero queda por ver qué pasará cuando Trump no esté en política y solo quede un partido que renunció a sus principios y dañó gravemente la institucionalidad del país que Tocqueville describió como el llamado a “tener un día en sus manos el destino de la mitad del mundo”[9].
[1] Kowalski, J., Reading Donald Trump: A Parallax view of the Campaign and Early Presidency. Palgrave MacMillan, 2018. pp. 3-6.
[2] A. Mughan, C. Bean, I. McAllister, “Economic globalization, job insecurity and the populist reaction”, Electoral Studies, Vol. 22, 2003. pp. 617-633.
[3] https://www.washingtonpost.com/politics/2024/04/02/trump-aides-wont-vote-for-him/
[4] https://www.washingtonpost.com/nation/2023/11/20/trump-aides-cabinet-critics-election/
[5] Aristóteles, Ética Nicomáquea. Madrid, Editorial Gredos, 1985. pp. 517-524.
[6] https://www.nytimes.com/2024/07/14/us/politics/trump-gunman-thomas-crooks.html
[7] https://www.realclearpolling.com/polls/president/general/2024/trump-vs-harris
[8] https://www.bbc.com/news/articles/c977njnvq2do
[9] Tocqueville, Alexis, La Democracia en América. Ciudad de México, Editorial FCE, 2019. p. 441.