Cuando el presidente Emmanuel Macron decidió adelantar las elecciones legislativas en Francia no tuvo mucho apoyo en su decisión, después de todo, ¿por qué llamar a una elección cuando tus adversarios están en su mejor momento? La apuesta era arriesgada, pero de resultar significaba frenar en seco a la extrema derecha, para lo cual se apeló a revivir un viejo concepto en la política francesa, el “cordón sanitario” como la receta para derrotar a la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen, no obstante, estos fueron los vencedores en la primera vuelta y quedaron ad portas de obtener una mayoría absoluta para elegir un Primer Ministro de su partido, denominado por Le Pen como el de la “libertad, seguridad y fraternidad”[1]. Sin embargo, los partidos del Nuevo Frente Popular (NFP), la coalición Ensemble del presidente Macron y la centro derecha de Les Républicains (LR) se recuperaron del shock inicial y, tras una serie de negociaciones en las que retiraron candidatos poco competitivos para apoyar a una sola opción en cada distrito frente al candidato de Agrupación Nacional, de esta forma consiguieron derrotar al partido de Le Pen y su nuevo líder Jordan Bardella, relegándolos al tercer lugar con 142 diputados, detrás de Ensemble con 161 y el Nuevo Frente Popular (NFP) con 188 diputados[2]. Más allá de lo sorpresivo del desenlace, este nos plantea una serie de preguntas respecto a cómo leer estos resultados, qué significan conceptos como cohabitación y cordón sanitario y qué viene ahora en el escenario político francés.
La primera pregunta que podemos hacer es quién fue el gran ganador de esta elección y lo cierto es que no hubo un ganador claro, aunque todas las coaliciones pueden sacar alguna cuenta alegre de los resultados: el Nuevo Frente Popular obtuvo más diputados, mientras que la coalición de Macron no sufrió la debacle que se esperaba y la Agrupación Nacional obtuvo la mayor cantidad de votos. A esto se suma el hecho de que en el sistema político francés es el presidente de la república quien debe nombrar al primer ministro, lo cual no sería un problema si existiese una mayoría clara al interior de la Asamblea Nacional, pero este no es el caso ya que ninguna coalición pudo obtener los 290 escaños. Por lo tanto, algunas opciones para Macron son formar un gobierno de minoría con Les Républicains, negociar un programa de gobierno con el candidato del Nuevo Frente Popular o negociar solo con los partidos moderados al interior del NFP, aislando a la ultraizquierda de La Francia Insumisa. Es precisamente este partido y su líder, Jean Luc Mélenchon quienes impiden la nominación de un candidato de consenso desde la izquierda y centro izquierda ya que Mélenchon es una figura muy resistida al interior de la política francesa tradicional por sus posturas anticapitalistas y euroescépticas, pasando por declaraciones que rozan el antisemitismo y su abierta admiración por los regímenes autoritarios de China, Cuba y Venezuela; todo esto llevó al expresidente y diputado electo François Hollande a declarar que “si [Mélenchon] quiere ayudar al Nuevo Frente Popular, debe hacerse a un lado”[3]. El historial de divisiones entre los partidos del NFP durante los últimos ciclos electorales – lo que en parte contribuyó al ascenso de la extrema derecha – hace difícil que la unidad electoral frente a la extrema derecha se transforme en una propuesta común para Francia.
Tal como señalamos, en estas elecciones resurgieron dos viejos conceptos muy propios de la política francesa como lo son el cordón sanitario y la cohabitación. En el caso del primero, la estrategia de Macron para derrotar a la Agrupación Nacional fue llamar a la unidad apelando al cordon sanitaire. Este término implica que los partidos políticos tradicionales excluirán a la extrema derecha de cualquier tipo de negociación o gobierno de coalición, aun si esto implica acercamientos entre izquierda y centro derecha. No obstante, tal como afirma Cas Mudde, el desafío de aplicar un cordón sanitario es que excluyen a los partidos de extrema derecha, pero sin proponer soluciones a los problemas que les dan fuerza electoral[4]. Otro desafío en el caso francés es el hecho de que Marine Le Pen ha tenido éxito en limpiar la imagen de la Agrupación Nacional para hacerla parecer un partido político tradicional y no el Frente Nacional fundado por su padre con grupos ultracatólicos, monarquistas y colaboradores del régimen de Vichy. Por otro lado, la cohabitación es un tipo de gobierno que ocurre cuando un presidente no obtiene una mayoría en la Asamblea Nacional, por lo que se ve obligado a nominar a un miembro de una coalición rival como Primer Ministro para asegurar la gobernabilidad hasta el próximo ciclo electoral.
Si bien el cordón sanitario y la cohabitación pueden parecernos ideas muy lejanas lo cierto es que ambos tienen una larga historia en Francia. En el caso del primero, el antecedente más cercano es la elección presidencial del 2002, donde el presidente de centro derecha Jacques Chirac pasó a segunda vuelta para enfrentarse al candidato de extrema derecha Jean Marie Le Pen, quien venció sorpresivamente al candidato de la centro izquierda; frente a la amenaza de que el Frente Nacional pudiese llegar al gobierno los partidos de centro y centro izquierda se movilizaron masivamente a favor de Chirac, el que finalmente derrotó a Le Pen con más del 80% de los sufragios. Respecto de la cohabitación, existen tres casos en la Quinta República. El primero ocurrió entre 1986 y 1988 cuando el presidente François Mitterrand, del Partido Socialista, debió nominar como Primer Ministro a Jacques Chirac ya que fue su coalición la que obtuvo más escaños en la Asamblea Nacional. El segundo caso es la cohabitación entre Mitterrand y Balladur durante 1993 y 1995. Finalmente, el tercer precedente ocurrió entre 1997 y 2002 con Jacques Chirac como presidente y el socialista Lionel Jospin como Primer Ministro. Este experimento era una medida de emergencia frente a una situación inusual. Sin embargo, pese a que existieron constantes discusiones y bloqueos mutuos como consecuencia de las diferencias ideológicas de cada uno, también existió colaboración entre ambos cargos, lo cual permitió evitar una crisis constitucional hasta que coincidieran nuevamente un presidente con una mayoría parlamentaria de su mismo partido o coalición[5].
¿Qué viene ahora para la política francesa? Lo cierto es que la apuesta de Macron por adelantar estas elecciones parecen haber aterrizado las expectativas de Le Pen y Bardella de obtener una mayoría absoluta, al coste de un parlamento empatado. Aun así, cabe señalar que estos resultados se explican en parte por la ingeniería electoral de Ensemble, el NFP y LR para apoyar una sola candidatura por distrito frente a la Agrupación Nacional. Esto no debe obnubilar el hecho de que la extrema derecha avanzó en votos y diputados, razón por la cual podemos calificar la apuesta de Macron como una victoria pírrica. En segundo lugar, estas elecciones evidenciaron que la estrategia del cordón sanitario como forma de frenar a los movimientos de ultraderecha funciona, aunque debe contemplar una serie de mínimos comunes si espera dar gobernabilidad después del periodo electoral. Finalmente, queda por ver si la izquierda francesa rompe su historial de fragmentación y mantiene el Nuevo Frente Popular o sucumbe ante los liderazgos personalistas y continua su espiral de disputas estériles que dificultan su retorno al gobierno.
[1] https://www.latercera.com/mundo/noticia/marine-le-pen-pide-una-mayoria-absoluta-en-la-segunda-vuelta-por-la-libertad-seguridad-y-fraternidad/6NODL3YYERB5RPBBL44G4C57EM/
[2] https://www.resultats-elections.interieur.gouv.fr/legislatives2024/ensemble_geographique/index.html
[3] https://www.nytimes.com/2024/07/09/world/europe/france-election-left-melenchon.html
[4] Mudde, Cas, The Far Right Today. Cambridge, Polity Press, 2019. p. 129.
[5] Poulard, Jean, “The French Double Executive and the experience of Cohabitation”. Political Science Quarterly, vol. 105, N. º 2, 1990. p. 267.
