El martes 7 de diciembre de 2021 se aprobó el matrimonio igualitario en Chile luego que el presidente de la república, Sebastián Piñera, le diera urgencia a su trámite en el Parlamento. En su último discurso presidencial, Piñera señalaría que “ha llegado el tiempo del matrimonio igualitario en nuestro país”[1]. Esta decisión contrasta con la opinión expuesta por distintos líderes políticos en años anteriores. Por ejemplo, Patricio Aylwin, el primer presidente luego del retorno a la democracia en la década de 1990, sostendría en Dinamarca que “la sociedad chilena no reacciona con simpatía frente a la homosexualidad”[2]. En alrededor de tres décadas, se ha logrado avanzar, al menos desde un punto de vista legal e institucional, en la tolerancia y “simpatía” hacia la homosexualidad y el colectivo LGBTIQA+ -aunque aún falta mucho-.
A pesar de este avance, históricamente han existido sectores de la sociedad reticentes a profundizar en derechos a la diversidad y disidencias sexuales. Entre ellos se encuentran miembros de la derecha política del país, los que han esbozado diversos tipos de retóricas de forma continua, para oponerse al avance en tales derechos. Estas se entrelazan, se entienden en conjunto, crean una visión de mundo por parte de los grupos conservadores. Los fundamentos de estos discursos pueden ser rastreados históricamente desde la Baja Edad Media. El Concilio de Naplusa (1120), el Fuero Real (1255) y Las Siete Partidas del Rey Alfonso X (1256-1265), y la Suma Teológica de Tomás de Aquino (1267-1273), son fuentes que vinculan de forma directa la homosexualidad con la ocurrencia de catástrofes naturales, visualizan un origen foráneo de la misma como cual epidemia, además de entenderla como un disruptor en el orden natural, en cuanto a su esencia contraria a la naturaleza[3]. Por lo cual, la concepción de algunos sectores con respecto a la homosexualidad se alimenta de un desarrollo histórico que germina en el siglo XII. De estas diversas retóricas, destacan dos en el último tiempo, por su empleo constante y además por su cariz, los que pueden ser denominados como un discurso del derecho natural y uno catastrófico. En noviembre del año 2021, el diputado republicano, Cristóbal Urruticoechea, da cuenta diáfanamente de estas dos retóricas, concibiendo el matrimonio igualitario como una ley inmoral (derecho natural), perniciosa para la estabilidad familiar (catastrófico)[4]. En lo que sigue, ahondaremos en ambos tipos de discursos empleados por la derecha conservadora en la posdictadura para oponerse a garantizar derechos a la comunidad LGBTIQA+.
En 1995, cuando se debatía en el parlamento la ley acerca del delito de violación, que terminó con una reforma del artículo 365 del Código Penal despenalizando la sodomía, es decir, la homosexualidad, el entonces diputado Iván Moreira, miembro de la UDI, manifestaría su rechazo a tal iniciativa. Para él, esta reforma podía “ser el inicio de una serie de otras propuestas que, indudablemente, socaban los valores sociales y atentan contra la familia y el bien común”. Moreira caracterizaría la homosexualidad como una desviación en donde “según el orden moral objetivo, las relaciones homosexuales son actos ajenos a su regla esencial e indispensable. Esos actos son intrínsecamente desordenados”[5].
De las palabras de Moreira se desprenden dos cuestiones relevantes de considerar. La primera, que es la base del discurso del derecho natural, es la concepción de un “orden moral objetivo” en tanto, real, histórico, tradicional y perenne, el que no descansa en ser una construcción social, sino que es algo dado, propio de los seres humanos, inmutable, siendo la homosexualidad un disruptor de este. De ahí su carácter desviado y desordenado.
Por lo mismo, esta “desviación” a los ojos del propio Moreira provocaría un socavamiento de los valores de la sociedad, señalando su decadencia moral y atentando contra la familia y sociedad en general. Este es el discurso catastrófico, que se ve reforzado al tomar en cuenta lo que espetó en la misma sesión el también entonces diputado RN, René Manuel García: “termino diciendo que seamos consecuentes, que seamos normales, que velemos por nuestros hijos, que velemos por matrimonios bien constituidos y no abramos una puerta para que se produzca una debacle en el país”[6]. La aceptación de la homosexualidad, por lo tanto, para ambos parlamentarios, sería la puerta de entrada de la catástrofe.
Estos dos discursos, el catastrófico y el de derecho natural, descansan en la concepción del matrimonio como base fundamental de la familia y que esta -en cuanto a su función- constituye a la sociedad. Este es el fundamento nuclear en el que descansan las retóricas señaladas y que son empleadas por grupos conservadores de derecha para oponerse a profundizar en derechos de la diversidad y las disidencias sexuales. La misma Constitución de 1980 expresa esta idea en su capítulo 1, artículo primero, reconociendo como marco normativo el ordenamiento social que promueven y comprenden los sectores conservadores de derecha: “La familia es el núcleo fundamental de la sociedad”[7]. Esto queda aún más claro en la intervención del entonces senador UDI, Andrés Chadwick, quien, en el año 2003, en plena discusión en torno a la ley 19.947, más conocida como la “ley de matrimonio civil” que despenalizó el divorcio sostendría que el “matrimonio es la base fundamental de la familia”. Para él, esta institución “en cuanto estable y permanente”, sería la base social fundamental para “el bien común y el camino que en mejor forma conduce al mayor desarrollo, perfeccionamiento y felicidad de la persona”. De este modo, exhortaba a sus pares a que la ley incentivara “la permanencia del matrimonio, para proteger y potenciar los beneficios de la familia, para los hijos y, en definitiva, para la sociedad toda”[8].
Esta visión de las relaciones familiares como base de la sociedad es compartida por varios sectores de la política institucional. Sin embargo, existen diferencias en torno a la manera en que se define la “familia”. Para los conservadores, la familia es obligatoriamente heterosexual, y al menos en los primeros años del siglo XXI necesariamente biparental[9]; es un vínculo monolítico, objetivo, perenne, “estable y permanente” en palabras de Chadwick. En cambio, otros sectores se alejan de esa visión inmutable. Esto lo deja bastante claro el senador Jaime Gazmuri (PS), en su respuesta a los sectores de derecha en la misma discusión en torno a la ley de matrimonio civil. En la ocasión, el senador sostenía que la familia “como toda organización social, constituye una institución sujeta a mutaciones, transformaciones y nuevas exigencias”[10], es decir, es susceptible a verse interpelada por los diversos contextos históricos, siendo posible su cambio. Si bien, al menos a fines del siglo XX y principios del XXI existía un consenso en la política institucional acerca de concebir la familia como núcleo de la sociedad, la esencia de esta abre flancos de diferenciación en torno al concepto familiar; para algunos es “estable y permanente” y para otros está “sujeta a mutaciones, transformaciones y nuevas exigencias”.
La homosexualidad, según el discurso del derecho natural contradeciría este orden moral objetivo, rompería la tradicional y monolítica familia, y con ello atentaría la base fundamental en la que se funda la sociedad, llevándola moralmente a la debacle, a la catástrofe. Son estas algunas de las visiones que dan cuenta y permiten comprender la visión de los sectores conservadores y su rechazo no solo a otorgar derechos y seguridades a la colectividad LGBTIQA+, sino que también su rechazo acérrimo hacia cualquier orientación sexual o expresión corporal genérica que se salga de la heteronorma. De ahí, que Urriticoechea votara en contra del matrimonio igualitario a fines de noviembre de 2021, debido a que “la estabilidad de la familia” estaría en riesgo, y con ella “la sociedad toda” como esgrimiría Chadwick en 2003, atentando contra el “orden moral objetivo” en palabras de Moreira en 1995 y “provocando una debacle en el país” para el parecer de René Manuel García en el mismo año.
[1] La Tercera, 1 de junio 2021.
[2] La Nación, 29 de mayo 1993.
[3] Contardo, Oscar. Raro. Una historia Gay de Chile. Santiago, Planeta, 2019. P.56.
[4] Sesión N°101 de la Cámara de Diputados. Disponible en Honorable Cámara de Diputadas y Diputados – Chile (camara.cl)
[5] Historia de la Ley N°19.617. BCN. Generado el 19 de octubre 2020. P.58-60.
[6] Ibid. P. 62-63.
[7] Constitución Política de la República de Chile. Disponible en: CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA DE CHILE (oas.org)
[8] Historia de la ley N°19.947. BCN. Generado el 14 de mayo de 2018. P. 934.
[9] Cobra relevancia acá el programa de la segunda candidatura presidencial de José Antonio Kast, otorgándole incentivos económicos a parejas casadas, por sobre aquellas que no han conciliado vínculo matrimonial.
[10] Historia de la ley N°19.947. P.1034.